FIGURACIÓN POSTCONCEPTUAL
NEOMETAFÍSICA

 

El fenómeno pictórico denominado Neometafísica tiene sus orígenes en las iniciativas propuestas por el artista Dis Berlin —Mariano Carrera, secundado en un primer momento por María Gómez y Antonio Rojas— a finales de la década de los años 1980 con el objetivo de presentar un posicionamiento artístico común en España, en defensa de la pintura frente a las tendencias de corte neoconceptual.

 

El término Neometafísica surge en un momento histórico en el que se desencadenaron el desarrollo de estrategias vinculadas a los neoestilos. El crítico Juan Manuel Bonet, al recurrir al prefijo –neo para denominar la pintura que se presentó en la histórica muestra El retorno del hijo pródigo (1991), señalaba la conexión que se establecía con las claves de la pintura metafísica, no como receta formal, sino como territorio común al que acudir. Al reivindicar la figura de Giorgio de Chirico, Savinio, Morandi o Carrà, estos artistas cuestionaban el relato oficial de la historia del arte moderno apoyando la vigencia de sus propuestas.

 

Se trata de una actitud pictórica defendida por unos artistas que conectaban con la renovación de la pintura tradicional que surgió en el siglo XIX, con la aparición del arte simbolista, con la representación de imágenes que contradicen la realidad visible para internarse en la imagen surreal, donde rige la fantasía, la imaginación, lo onírico y el azar. Un diálogo fructífero entre la realidad y la surrealidad, que conecta con las propuestas de Giorgio De Chirico y la pintura Metafísica como punto de partida de la revolución surrealista.

 

A pesar de reconocer las conexiones de su obra con estos referentes, y muchos otros de las más diversas disciplinas y procedencias, los artistas incluidos bajo la denominación de pintores neometafísicos han apostado por el desarrollo de carreras en solitario. Entre los artista más representativos de esta corriente cabe destacar a Dis Berlin, Antoni Domènech, María Gómez, Pelayo Ortega, Antonio Rojas, Manuel Sáez, Andrea Bloise, Damián Flores, Angelica Kaak, Ángel Mateo Charris, Enric Balanzá, Belén Franco, Juan Cuéllar, Paco de la Torre, Marcelo Fuentes, Joël Mestre, Gonzalo Sicre, Pedro Esteban, José Luis Mazarío, Teresa Moro, Jorge Tarazona, Teresa Tomás, Roberto Mollá, Alberto Gálvez, Carlos García-Alix, Chema Peralta, Sara Quintero o Sergio Sanz Villar.

 

Esta defensa de posicionamientos individualista frente a los intentos de lecturas grupales, no ha impedido que hayan formado parte de una serie de exposiciones colectivas donde se ha reflexionado sobre este cierto aire de familia que comparten sus propuestas. Las más representativas son El retorno del hijo pródigo (1991-1992), Muelle de Levante (1994), Visiones sin centro (1998-1999), Canción de las figuras (1999), Pieza a Pieza (2003), Figuraciones (1999-2003) y Sur/Sud. La Nueva Figuración en España (2013).

 

Desde finales de la década de los años 1980 la obra de estos autores se ha presentado en una serie de galerías que han demostrado un compromiso con esta corriente en su línea expositiva. Entre ellas destacan las galerías Estampa de Manolo y Lucia Cuevas, My Name’s Lolita Art de Ramón García Alcaráz, Siboney de Juan Riancho y Utopía Parkway de Lola Crespo. Pero también las desaparecidas galería Buades, Caballo de Troya, Muelle 27, Arco Romano, Seíquer, Columela, Sen, Temple o Tercer Espacio. Este fenómeno también ha conseguido una relevante repercusión crítica, donde cabe destacar la labor de Juan Manuel Bonet, Enrique Andrés Ruiz, Guillermo Solana, Nicolás Sánchez Durá, David Pérez, José Manuel Marín Medina, Salvador Albiñana o Raul Eguizábal, entre otros.